jueves, 17 de junio de 2010

AniverDiario


Si esto fuese un diario escribiría lo siguiente:

Hoy es un día importante.

Es el cuarto aniversario de mi matrimonio, casi ocho de convivencia, pero no hubo boda. Apenas tenemos tiempo para decirnos 'te quiero'. No obstante, la clave es... la clave es vivir.

Es el primer aniversario de la muerte de mi abuelo. No le he llevado flores, las flores son solo el vómito de los hipócritas. Pero lo sigo viendo en corrillos de abuelos por las calles. No estoy acostumbrado a su ausencia.

Dentro de una hora, es el Festival de Fin de Curso de mis hijas. Yo vestiré formal, pero a ellas las pondré como princesas. Espero que se diviertan, esa es su actual finalidad.

Me gustan los proverbios Zen. Pero tengo otros más graciosos:

"El hábito, hace al monje, vestido."

"Las personas cultas poseen el conocimiento, las personas inquietas lo intuyen, las personas incultas... no son personas, sino primates."


"La tormenta esclaviza a los miedosos. Los prudentes no merecen preocuparse."

Mañana tengo mucho trabajo, espero dormir bien porque estoy hecho polvo. Extraña Naturaleza.

***

Pero como no lo es, me parece absurdo resumir mi vida a tan solo unas frases fortuitas.

***
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La Odisea Va Despacio (y III)


Para escribir esta entrada ha sido notorio más coraje y arrojo del habitual. Espero que sepa entenderse. No deja de ser un pobre ensayo.

***

Hace unos días, me topaba con un Jodorowsky versando: Dios, un orgasmo eterno.

Pasé varias horas con esa frase en la boca, algunas menos en la cabeza, apenas unos minutos en la memoria consciente. Pero ahora sufro la sentencia de conocer su significado.

Si acaso Dios es esa plenitud encontrada, no buscada, ese éxtasis absoluto... me surgen dudas. Muchos estudios afirman que pasados unos minutos de un mundanal y presto orgasmo, nos topamos con sentimientos parecidos a los de una resaca. Algunos sienten desprecio, asco, vergüenza, arrepentimiento y todo un desfile de lastres emocionales. Yo los llamo errores de programación, haciendo un guiño a las teorías filosóficas cognitivas.

Si es eterno, concepto abstracto, significa que nos enfrentamos a algo sin abismo, a la meta en sí misma. Se podía decir que Dios no entra dentro de nosotros, sino nosotros dentro hasta fundirnos en una misma cosa. Por tanto, no podríamos concebir un después, no hay efecto, porque todo ES efecto. Un resultado sin pregunta no es respuesta, es hecho.

El tiempo fue un encuentro fortuito en la Humanidad. Las consecuencias. Al lado de un homo cualquiera yacía una o varias parejas, que pasados unos meses tras el coito, se producían cambios. Y nosotros alegábamos...
Si llueve, sentirás la roca húmeda. Pasadas unas horas, olvidarás la lluvia, porque habrá dejado de llover. La muralla del pasado queda relegada por un presente. Pero su efectividad desaparece en el mismo instante que cruzamos el siguiente lapso, el inevitable umbral futuro. Si recuerdas la roca húmeda y la agradable sensación que despertó en ti su olor, serás parte del pasado, aunque habrás arrastrado la roca al presente, quizá para la eternidad.

Mi inquietud es una máxima antigua la mar de interesante por una sencilla razón: se desconoce el momento histórico en el cual la raza humana adquirió la consciencia de su memoria. Todos los animales recuerdan ciertos lapsos. Los acontecimientos más traumáticos, positivos o negativos, o acaso memoria a corto plazo. Pero palían su déficit con enormes galas de instintos, depurados, no-conscientes y eficaces para la supervivencia. Nosotros tenemos una excepcional memoria en medidas temporales. Muchos datos, con calidad de detalles y lo más importantes: podemos revivirlo, trayendo esos recuerdos al momento y pudiendo producir esas sustancias químicas y demostraciones físicas que indican miedo, excitación, tristeza, odio...

Conocer la evolución del hombre en cuanto a magnitudes antropológicas no se basa solo en caminar erectos o tener una dentadura irregular. El conocimiento humano tiene su principal causa en esta duda universal: quienes somos y porqué somos como somos. Nosotros mismos somos la viva respuesta, pero necesitamos comprenderla. O acaso vivirla.

Hubo un músico, como yo, de origen armenio e infancia inquieta, que guardaba respuestas y contaba algunas:
"La fe consciente es libertad. La fe emocional es esclavitud. La fe mecánica es estupidez."
Volviendo al tema de la fe tratado en las dos entregas anteriores, ciego de fe o fe ciega son lo mismo. Tanto es así, que por datos lo estimo el arma que más veces se ha usado en la historia moderna, produciendo con puntualidad pero aleatoriamente matanzas a todos los niveles (exterminios de tribus, genocidios internacionales, o simples pujas de poder y trono...).
Es un túnel oscuro
con forma de espiral.

Cuando no esperas respuestas, no predispones conscientemente el cuerpo, no sientes gula intelectual, las respuestas se consideran fortuitas. Si el accidente es agradable, se produce serendipia. Si es desagradable, lo llamamos miedo.

Una de las más conocidas versiones que explican el porqué se produce el sueño, dice así: el cerebro, henchido de recuerdos nuevos, se ve obligado en hacer una purga selectiva y un tanto instintiva de lo más relevante. Cuando se producen periodos de reposo de la consciencia, el cerebro alcanza alta actividad neuronal y puede designar la importante tarea de reescribir las sinapsis. Todo debe ser cauteloso, pasar desapercibido para no alterar la armonía del conjunto. Claro, si cada día tuviésemos una visión distinta del mundo, sería como renacer sin memoria. Transformándonos en una versión nueva de nosotros cada día. Solo la materia nos pertenecería sin cambios, y ni eso, ya que mudamos todas las células de nuestro cuerpo cada siete años y algunas no se renuevan jamás.

Aquí yace la respuesta del tiempo. A nivel superficial son solo etiquetas, como 'domingo', 'verano', 'hora del brunch' o 'las vacaciones de Semana Santa'. Pero a nivel no-consciente, las etiquetas las decide otro concepto abstracto como el tiempo: el instinto.

El instinto nació para evitar la extinción. ¿Cuándo?. Cuando la vida tuvo fe y se aferró a vivir. Todavía, nuestra principal razón para vivir y por la que vivimos, es el instinto. Sonrío cuando leo que los humanos no lo poseemos; lo vi al nacer cualquiera de mis cuatro hijos. Sonrío al saber que ningún ser vivo puede subsistir sin periodos de sueño. Ya sean cortos o prolongados, pero nuestro cerebro estima más importante dormir, que comer. Podemos evitar comer hasta que el hambre nos engulla, devorando en última instancia la glucosa del cerebro, perdiendo la conciencia y, mientras la locura se aboca a todo, nos autodestruimos como las estrellas extintas de energía. Si no se producen apneas, la anoxia sería una causa de muerte física.

Maurice Halbwachs citaba la memoria pura, concepto bergsoniano. Cuando en entradas pasadas citaba la llamada 'memoria colectiva', no hacía apología de la 'memoria histórica', sino de algo mucho más profundo. Éstos se aprovechaban de su conocimiento en campos matemático y físico. Yo lo atribuía y enfocaba hacia algo mucho más místico y filosófico. En realidad estaba hablando directamente de la vida, anterior al génesis social, ya que el instinto tuvo que nacer en el mismo momento que una célula sobrevivía en condiciones no apropiadas para su mera subsistencia, cuando comenzaba la supervivencia, como dije "la fe en la vida".

Y creo que ese día fue biológicamente el nacimiento del tiempo, ya que se estableció la pauta hereditaria más genuina, alimentando la deuda, atómicamente solo fue un acontecimiento entretenido pero irrelevante. Nació el amor a la existencia misma.

Por cierto, si la fe es imprescindible para la vida, ¿será Dios el éxtasis de la vida?

***

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Imago Et Littera

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